- ¿Tiene un cigarrillo?
- Lo siento no tengo. No fumo, nunca fumé.
La conversación entre un militar portugués y una camarera
terminó con un pequeño gesto que se convertiría en un gran símbolo: a falta de
tabaco, Celeste Martins Caseiro entregó al soldado un clavel. La flor que
terminó dando nombre a la Revolución de los Claveles, la flor que puso fin a
más de 40 años de dictadura.
La mañana del 25 de abril de 1974 Portugal despertaba al
ritmo que marcaban los tambores de Revolución. El pueblo y gran parte de los
militares se alzaban contra los residuos del Estado Novo (1933-1974), el
régimen que bajo la autoridad de António de Oliveira Salazar se convirtió en
una de las dictaduras más longevas de Europa. Por las calles de Lisboa caminaba
Celeste, de 41 años, con varios ramos de claveles en sus brazos.
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